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¿Tenemos cabras en Miami?

Por: Ricardo Montes de Oca

Los Cachorros y los Indios protagonizaron una Serie Mundial histórica, finalizando con los de Chicago alzando el trofeo de Serie Mundial por primera vez en 108 años.

Pero con ambos conjuntos midiendo el pulso en lo más alto del escenario deportivo, aquí en Miami aprovechamos la ocasión para preguntarnos algo: ¿cuándo será nuestro turno, cuánto tendremos que esperar para que la ciudad vuelva a formar parte de un duelo tal?

Los Marlins han sido afortunados. Con apenas 23 años de historia, ya cuentan con dos Series Mundiales en su haber. Pero con la historia que ha tenido el equipo desde ese último viaje al olimpo del béisbol, pareciera que el tiempo pasado no va acorde con la percepción común; esas 13 campañas han sido una eneternidad.

El sufrimiento de los aficionados de los Marlins es mayor al que cualquiera pudiera pensar desde la distancia, para un equipo que “apenas” tiene 13 años sin alzar el campeonato. Cambios inesperados han enmarcado una continua seguidilla de decepciones que recaen una y otra vez en el ya grupo de decepcionados fanáticos, quienes, en contra de su voluntad, se han obligado a alejarse cada vez más del béisbol del sur de florida, luego de malacostumbrarse erróneamente a dos repentinos títulos mundiales.

Theo Epstein, encargado de acabar con las dos “maldiciones” más grandes del béisbol –llevando a los Medias Rojas y a los Cachorros a conseguir el campeonato tras grandes períodos de tiempo sin hacerlo– le dijo a los fanáticos de Chicago hace cuatro años que le dieran ese tiempo para construir un equipo competitivo, y así lo hizo.

De ese conjunto del 2012, el primero bajó las ordenes de Epstein como presidente de operaciones, sólo Anthony Rizzo y Travis Wood, formaron parte de este conjunto campeón de Serie Mundial; ejemplificando que en cuatro años puede armarse una nómina capaz de lograr cosas importantes.

Ahora, ¿en qué parte del proceso están los Marlins? ¿están antes o después de esos cuatro años?

Permítanme ahorrarles y poco de tiempo; con todo y lo aleatorio del béisbol, estoy confiado en la afirmación de que Miami está lejos de un proceso similar.

Luego de presenciar las labores monticulares de la rotación de los Cachorros, conformada por Jon Lester, Jake Arrieta, Kyle Hendricks y John Lackey, y del trabajo hecho por todo el cuerpo de lanzadores de los Indios, encabezado por el abridor Corey Kluber y los relevistas Andrew Miller y Cody Allen, da a entener, una vez más, que el equipo con el mejor staff de serpentineros probablemente sea quien termine alzando el trofeo.

Entonces, con un equipo de los Marlins que cuenta con Wei-Yin Chen como el probable para ser primero en la rotación, es sano decir que no es un buen augurio para el conjunto que juega en la “Pequeña Habana”.

Para entrar en contexto; Chen, o cualesquiera de los demás abridores que tuvieron los Marlins este año, con la clara excepción de José Fernández, estaría ocupando el quinto puesto de la rotación de los Cachorros, o tal vez ni siquiera, con Jason Hammel ejerciendo esa labor. Mientras que comparando el bullpen de los Indios, su fuerte para alcanzar la máxima instancia del béisbol, A.J. Ramos, cerrador de los Peces, quizás estaría designado como relevista ocasional, por detrás de los ya mencionados lanzallamas de la Tribu.

Entendiendo todo esto, los Marlins están lejos de regalarle a Miami un nuevo campeonato con la plantilla actual. Y con la escaces de prospectos que tienen en sus granjas, la fantasía de poder emular lo hecho por los Cachorros en un futuro cercano, cuando éstos subían un prospecto rendidor tras otro, se encuentra cada vez más alejado de la realidad.

Esto no significa que tenga que pasar un siglo para que Miami sea casa de una tercera Serie Mundial, el béisbol es muy impredecible para decir algo tal, pero en un deporte que se rige por la exigencia de los lanzadores, los Marlins no pintan nada bien para competir en la postemporada en las próximas campañas.

PD: Ojalá y está columna sirva pronto como una evidencia del error, y que Miami pueda presenciar pelota de Serie Mundial.